7/08/2009

Veinte mil


Será que tengo esta vieja hambre de amor, inextinguible. Será que mi piel se rompe como un pañuelo de papel, y otra vez puedo mirarme, mirarme dentro, con la necesidad de no derrochar nada.




"Llevaba todo el día sentado sobre ese muro, había recorrido la larga parábola del sol aburrido de julio, despiadado sobre el asfalto de ese pueblo desierto. 
Veinte mil euros en el bolsillo, una necesidad y un deseo. La necesidad de alimentar a la bestia que arañaba su corazón desde dentro; el deseo de encontrar a alguien con el que compartir la hazaña de alargar un día más la espera, la esperanza de un día mejor, de ese instante que cambia la vida para siempre. 
Esperaba... sobre el muro apoyaba toda su vida de forma distraída. Su débil sombra se alargaba cada minuto que pasaba, escupiendo los minutos como si fueran semillas de amargura. 
La gente volvía de la playa y reía. Èl, siempre ahí, esperaba la tarde que extrañamente tardaba, la bestia ahora feroz que desde dentro gritaba..."



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