10/28/2009

Escorpiones





Solas recogían cada uno de los pedacitos en los que el espejo se había roto. En el desván de casa de la abuela volvían a creer tener ocho años.

-¡Ay! - gritó Casilda que creía haber visto corretear un escorpión entre las viejas vigas de madera. -¡Mátalo, mátalo!

-¿Qué? ¿Dónde?

-El bicho, ¡tonta! - aclaró ella.

Gloria no pudo más que mirarla y decir: -Aquí.
Entonces, puso un dedo sobre su corazón.



¿Me da una bola del mundo?
Pero que sea cuadrada, por favor. 


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