12/30/2009

Conversaciones entre una sociópata y una sociópata reformada.


                            

El sofá color verde botella formaba un ángulo perfecto de noventa grados con la mesa contigua. En ella conversaban un hombre y una mujer; más bien no conversaban, estaban sentados mirando al vacío con una taza de té delante de ellos y un cigarro en la mano izquierda de la mujer. Parecía hipnotizada en la pareja de muchachas que tenía delante.
En su mesa había un cenicero vacío, una taza de café y otra de chocolate caliente. También, formando una pila al fondo del tablero color nácar, había un montón de cartas que ofrecían desde sandwiches hasta combinados.
La chica de más al fondo era morena, llevaba pantalones rojos y estaba apoyada en la pared escuchando a la otra. Llevaba un gorro rojo de invierno a juego con los pantalones y una camiseta en la que se podía leer en letras góticas all you need.
La otra tenía el pelo rizado, hipnóticamente rizado, y también era morena. Llevaba perfectamente delineada en negro la línea de los ojos, tanto por arriba como por abajo, y una blazer negra perfectamente conjuntada con sus pantalones y unas converse color grisáceo.
- Ya he aprendido a controlarme los días de lluvia. - dijo una mientras dio un sorbo a su café con leche.
- Esta mañana iba en el metro y lo único que pensaba era en metralletas. - se rió la otra.
- Es mejor caer desde medio metro que desde cincuenta. - Y la miró a los ojos como si la otra supiera perfectamente de lo que hablaban.
-La NBA tiene demasiados aficionados. - salieron del café en el que estaban, se despidieron y se perdieron entre la gente.



El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. 
Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, 
todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; 
y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.
(Aldous Huxley)

12/28/2009

Juegos de mecánica


Lo malo de las fechas importantes es que siempre hay alguien que te las recuerda.
En ese momento el agujero de la cama se hace tan hondo que no quieres salir de él en todo el día.
Clara empieza a odiar. Empieza a odiarse por sus debilidades.
No le gusta sentir que cada vez necesita más un abrazo.
Pero uno de verdad.

12/27/2009

Mrs. Brightside.





Efecto boomerang:

Siempre vuelven. 
Pero el lugar ha cambiado. 



Porque me da la gana. 

Por cierto, es Delaunay.
"Joie de Vivre"

12/26/2009

La productividad de las horas de trabajo.



Aquella noche diluviaba.
El manto de agua cubría todo el cielo y las alcantarillas rebosaban. Las ratas corrían al borde de las cornisas y por los canalones buscando refugios y las luces de los pocos bares de mala muerte que quedaban abiertos iluminaban algunos recovecos de la ciudad.
El número 120 era un edificio de cuatro plantas, en pleno Chelsea, del tipo de los que tienen una puerta de madera con herrería más grande que la misma primera planta.
Jack dio tres toques secos con la aldaba de bronce que colgaba del portón. Corrían gotas por toda su cara y la gabardina tenía un aspecto tan deleznable que podía ser un vegetal. La puerta se abrió y exhausto se enfiló dentro.
Le sirvió un vaso de whisky tan largo que hubiese cabido una dentadura postiza. Ella tomaba soda.
-Entonces- dijo- ¿Para qué quería verme?
Ella apoyó su mano sobre su hombro y le hizo estremecerse.
-Relájese- dijo sonriendo - no tiene prisa. ¿verdad?
Él negó con la cabeza y observó cómo cambiaba de música en el tocadiscos. El salón estaba ordenado, el cenicero lleno de cigarrillos a la mitad  y en las paredes los cuadros más magníficos que jamás había visto.
-¿Su bebida está bien?- preguntó mientras miraba por la ventana.
-Sí - dijo Jack, y tomó un sorbo. Tenía aroma a turba, era suave, sin quemazón. Era un buen whisky. Se preguntó si era ella la que necesitaba reposar la cabeza. Entonces le preguntó por la mujer desaparecida. La pregunta no pareció sorprenderla.
-Oh, sí - respondió - Supongo que usted es el Señor Mill. Lo olvidaba. ¿verdad? Es el que cuando ya todo se da por perdido llega y resuelve el caso. Entonces, fuera misterio. 
-Por Dios, Señora. Aquí no hay ningún misterio - contestó Jack provocativamente. - Este caso no es más que un rompecabezas de una historia que se lleva repitiendo más de siete años. Y a mi me gustan los rompecabezas. 
-Ya veo. Tenemos más cosas en común de las que pensaba - dijo pícara. Casi burlándose de él.
- Supongo que entonces también creerá que cuando un rompecabezas cuadra el misterio termina. Y el interés muere. - el detective entonces encendió un nuevo cigarrillo y la agarró por la mano.
-Llámeme Jen. - contestó ella mientras se volvía a alejar.
-Está bien, Jen- la comisura de la boca se le entornó - Entonces, ¿Me va a decir qué sabe? 
Aquella sonrisa le irritaba bastante; quizá porque tenía un toque burlón o porque quería callarla con un beso. Tomó un largo sorbo del vaso de soda que antes había apoyado sobre el secreter y se quitó los tacones que calzaba.
- Usted quiere besarme y el hecho de que lo piense y no lo haga le torna aburrido. Cuando un misterio se termina, el interés muere; usted mismo lo ha dicho. - abrió la puerta y recorrió el pasillo - Ella ha desaparecido porque usted ya no le interesa Jack, se ha vuelto demasiado previsible. 


Al cerrarse la puerta, Dorian se guardó la llave en el bolsillo y recorrió la biblioteca con la mirada. Sus ojos se detuvieron en un amplio cubrecama de satén morado con bordados en oro que su abuelo había encontrado en un convento próximo a Bolonia. Sí; serviría para envolver el horrible lienzo. Quizás se había utilizado más de una vez como mortaja. Ahora tendría que ocultar algo con una corrupción peculiar, peor que la de los muertos: algo que engendraría horrores sin por ello morir nunca. Lo que los gusanos eran para el cadáver, serían sus pecados para la imagen pintada en el lienzo, destruyendo su apostura y devorando su gracia. Lo mancharían, convirtiéndolo en algo vergonzoso. Y sin embargo aquella cosa seguiría viva, viviría siempre.
[El retrato de Dorian Gray]

The importance of being Ernest.



JACK.- ¡Qué poco romántico eres!
ALGERNON.- Realmente, no veo nada romántico en una declaración. Es muy romántico estar enamorado. Pero no hay nada romántico en una declaración definitiva. ¡Toma! Como que pueden decirle a un que sí. Yo creo que así sucede, generalmente. Y entonces, ¡se acabó todo apasionamiento! La verdadera esencia del romanticismo es la incertidumbre. Si alguna vez me caso, haré todo lo posible por olvidar el suceso.
JACK.- Eso no lo dudo, mi querido Algy. El Tribunal de Divorcio fue inventado especialmente para la gente que tiene la memoria, tan extraordinariamente constituida.



*Oscar Wilde.
Most people are other people.
Their thoughts are someone elses opinions,
their lives a mimicry, 
their passions a quotation.  

12/23/2009

Trátase de la ciudad movible y el río vagabundo



Frenó en seco y aparcó el coche en la cuneta. Veinticinco árboles de hoja perenne la flanqueaban por su derecha mientras que a su izquierda sentía los 120km/h de los coches que recorrían la M-502.
Cogió su libreta de poemas y fue arrancando una a una todas las hojas.
Intentaba matar todos los versos negativos.
Creo que notaron el dolor: se redujeron trocito a trocito en nada.

Apareció un gato negro y su maullido hizo que se le pusieran los pelos como escarpias. Los ojos amarillos la retaban a salir del coche.

Y se hizo la nada.

Salió del coche, se giró para sonreirle y sonrió al vacío.




Soy realista y, 
el realismo, 
no se cura. 

12/21/2009

Cinco grados bajo cero.



Hoy he respirado el olor a diciembre
y me ha traspasado todo el esternón.

Zás, en toda la boca.



Para que luego hables, bonita. 

12/20/2009

Agh.


Con la cuenta atrás de la mañana de un domingo de diciembre abrió la puerta de su habitación y encontró en el salón un perfecto árbol de Navidad y un Belén por el que corrían figuritas.

El vértigo recorrió su estómago provocando unas ganas irrefrenables de vomitar.


Cogió el primer post-it que encontró en la cocina y con un lápiz viejo escribió:


Un corazón rojo, por favor. 

12/17/2009

Digo la verdad porque se me hielan las manos.


-No me gustan las conversaciones en las que habla uno sólo. Puedes empezar a hablar. Y si no lo vas a hacer, háblame de fútbol.... o del tiempo.
-.....

Me encanta el teatro. Soy fría como el hielo y me gusta hacer creer a los demás lo que me apetezca que crean, porque no me importa una mierda lo que piensen de mi.
Sé lo que quiero y sé  por lo que lucho. Vacía no he estado nunca.
Pero sólo he querido una vez en mi vida.
Y nunca más volví a querer. Ni siquiera quiero volver a querer.

No me hacen falta colores prestados para entintar el desquicio, porque tengo los míos propios.
Y dejé que hablaras.
Y no te dabas cuenta de que me callaba porque quería escuchar. Que conseguí exactamente todo lo que buscaba.

Uno es complicado porque quiere. Yo no lo soy.
Pero no digo tampoco qué es lo que soy.



Soy muda de corazón.
Tú eres tú y yo soy yo,
yo hago lo mío y tú haces lo tuyo.
No estoy aquí para cumplir tus expectativas,
ni tú para cumplir las mías.
Sólo que si nos cruzamos es hermoso.

Soy fría, soy ácida. Soy como un glaciar.
Es cuestión de supervivencia.

Pero me gustas.
Y lo sabes.


Y si quieres dejar de hacerlo dímelo,
y dentro de 4 minutos volverás a no significar nada. 




12/11/2009

La palabra ojalá es como un túnel.



Querida Yo,

Ya se que esta es mi carta número 478 y que hace bastante tiempo que dejaste de contestarme; de todas formas, aunque parezca increíble, me relaja escribirte de vez en cuando. En el fondo, se que ya no me lees.
Supongo que dejó de importarte lo que quiero y tengo que decirte hace mucho tiempo pero sigo reincidiendo porque ya no me cabe duda de que, aunque quisieras, no serías capaz de escucharme.
Estos últimos días no he parado de preguntarme si realmente te has olvidado de mi, o si alguna vez te tuve o me tuviste.

Anoche soñé otra vez con el reloj de la Puerta del Sol, ese que observaba de lejos cada vez que paseabas por el centro conmigo. En el fondo, tú sabes tan bien como yo que el tiempo nos va robando una gota de vida a cada segundo que pasa, pero te pido paciencia.

Creo que a estas alturas, sin haber recibido contestación alguna, ya sólo quiero disculparme. Ya no me importa lo que pienses tú y si te hice daño, me perdono. Lo he probado todo para ser quien realmente te mereces y te he intentado ofrecer cosas que una y otra vez has ido rechazando pero no pasa nada, yo no las he echado de menos porque se cuándo tengo que renunciar a algo y lo hago con la cabeza alta.

Ya se que me das la espalda y que no soy nadie para exigirte nada, sólo me gustaba verte relajada, hermosa, azul, solar, mimosa...

Te escribo hoy también porque ya estoy harta de que te quedes con mi confianza y mis ganas, que necesito que me lo devuelvas ya, de inmediato. Quiero mis bailes debajo de la nieve y mis mañanas escuchando la quinta de Beethoven, quiero mis versos, mis palabras, cada una de mis sílabas, quiero mi ímpetu, mis sueños y todos y cada uno de los puntos en los que me retuerzo de cosquillas si me tocan.




Por favor, lo único que te pido, es que no me hagas renunciar a otro día más sonriendo.


Quiero mi despertar saltando y el vuelco en el pecho cada mañana.

12/09/2009

En clave de Fa.



Volvieron a ser sus ojos los que la delataron, en ellos su mundo era completamente distinto y todo lo que él había pensado se difuminaba.
Ni grandes ni pequeños, ni color miel ni azabache, ni juntos ni separados. Simplemente brillantes, especiales.
En ellos la realidad se distorsionaba creando espirales de vacío a su alrededor.
Todo comenzó a cuadrar en su cabeza, violentamente, cuando ella dijo: -Sólo tengo ganas de querer. 

12/02/2009

Corre que te pillo


-Duérmete- tajó ella mientras seguía obstinada dentro de su mundo.
-Llueve.- dijo él sin cambiar la mirada.
-¿Qué te preocupa, Ric?
-Perderte. - su tono de voz ensombrecía a cada sílaba que pronunciaba.
Moira fue clara: -Soy una más- melodiosamente tranquila. -Todos tenemos un límite.

Fue entonces cuando Ricardo se dio cuenta de que los sentimientos son rápidos y traicioneros; que se le adelantan, tanto a él como a ella. Se dio cuenta que ella mentía.
Y mintió también cuando parecía que nada la importaba mientras que paseaba, bailando descalza, por los parques del centro de Madrid, flotando entre nubes.
Creía que si seguía su vuelo todo se desvanecería.

Sucedió lo que pasa con las rayuelas pintadas en el suelo cuando llueve, que desaparecen. Sus sueños continuaron descalzos por las vías rosáceas mientras que él tuvo que volverse a encerrar en el pentágono regular que siempre había marcado sus pasos.
Acotar la vida de Moira. Eso lo intentaron una y otra vez, pero ella seguía empeñada en los bosques de suelos blancos y en las ganas de gritar.