1/18/2010

¡Pim! ¡Pam! ¡Pum! Bocadillo de atún.


-Me encanta verte bailar. Sin vergüenza, tú sola, con una sonrisa que encandila.
- Baila conmigo, entonces.
-Clara, los dos sabemos que cuando bailas nada te importa, que vuelves a estar vacía, que nadie te preocupa, que te ríes del mundo. Son muchos años. Muchos años viéndote actuar a tu antojo.  Y sabes que llevas todos esos años encantándome. 


Hoy calló en unos nuevos ojos en los que no se había fijado. Eran verdes, y grandes.
Le debieron sentar bien las cuatro copas de vino y los tres rones a palo seco que se tomó en el concierto de la noche anterior, el doctor dijo que desintoxicarse la vendría bien.
Esta vez era una sala pequeña, de concierto, y el sonido de aquel grupo taladraba las paredes del tugurio de forma intempestiva.
Ella tenía ya más noches que la luna y su forma de hacerse la tonta era sublime porque le gustaba pescar, mojarse los pies y no utilizar repelente de insectos sabiendo que le picarían, porque no tenía miedo. Lo abandonó en el momento en el que olvidó el concepto de la palabra "precavida" como también lo había hecho con el de la palabra "sufrimiento" tras un soporífero intento hipnótico. Porque los precavidos tienden a medir todo, y la felicidad no se puede medir.
La agarraron del brazo y la sacaron de allí sin entender absolutamente nada.
En fin, esa noche terminó con el alba, un domingo de biblioteca y sonrisas dispares.
Y él, él durmió solo. Y a ella la perdió no por eso, si no por cobarde.





Lo implícito se quedó
en los cuatro minutos
que prometió que tardaría
en dejar de gustarle. 

y a otra cosa, mariposa, 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOCURA(S)