6/28/2010

(W) de Whiskey o Wilde




Éramos unas catorce personas en el vagón en el que me había sentado. Yo llevaba a Sabina retumbándome en los oídos esa mañana y cuando entré me coloqué apoyada contra la puerta contraria. Justo cuando el silbato declaraba que partíamos entró la chica más pelirroja que jamás he visto. Su pelo era rizado, tan rizado que formaba una masa heterogénea que parecía intraspasable, y de un color rojo teja que reflejaba centelleante la luz que iluminaba aquél vagón de metro. No era una chica bonita; sus rasgos eran más bien toscos, su nariz achatada y gruesa y llevaba unas lentes de pasta negra que le hacían parecer aún más pálida de lo que era.
En cambio, algo hacía que me quedase mirándola.
Cargaba con un macuto gigante a sus espaldas y sus pantalones verdes botella parecieron no importarla cuando se sentó en el suelo justo mi lado.
Pude ver por el rabillo del ojo que sacaba un libro de la mochila, ponía Madrid en letras grandes. Lo abrió y lo que me pareció un libro en blanco se volvió un cúmulo de puntos que ella supo descifrar.
Y ahí seguía, pasando las estaciones observando esa sensación de victoria que abatía cada uno de los centímetros del metro.
Cuando llegué a mi parada ella también se puso en pie dispuesta a salir. La miré por última vez. De pronto me cogió la mano.
Sólo me dijo: -Permítetelo. 
Me quedé inmóvil, las puertas se volvieron a cerrar y a través del cristal pude ver cómo se dirigía hacia la salida mientras yo me volvía perder en el túnel. 




La idea es robada




"No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque elviento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre..."
(Walt Whitman)

6/26/2010

Las decisiones son fáciles cuando sólo hay una alternativa.




Observa cómo duerme a su lado. Le mira, le respira.
Le gusta saber que esas noches suyas seguirán oliendo a atraco, aún cuando se separen, estén donde estén. 




Creo haber dicho que mis emociones más violentas tienen la peculiaridad de generarse a sí mismas.
(La guerra de los mundos. H.G. Wells)

6/25/2010

También hay gatos que muerden.



Álvaro estaba sentado en el autobús, el número 19, camino de casa. Volvía de trabajar. Desde los cristales podía ver cómo la gente se amparaba de la lluvia entre los portales y debajo de las cornisas.
Un mensaje de texto: "¿Me visitas?". Era Laura.
Se bajó del autobús como si de un autómata se tratase, no estaba a más de diez minutos andando.
Cada paso que daba le costaba más pronunciarlo, el aire se había condensado con toda la humedad del ambiente mientras sentía que sus pies no podían seguir avanzando. Se paró en seco y se sentó cerca de un arbusto mal cortado que hacía de línea divisoria entre el parque y la acera. Todo iba bien entre ellos: discutían a veces, se querían, se mimaban, se pegaban, se compenetraban... el sexo era bueno, sí, era muy bueno.
Se levantó y volvió a subirse al autobús. Se sentía incapaz de verla.





“La mayoría de los seres humanos son como las hojas que caen de los árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se precipitan al suelo. Otros casi son como estrellas, siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta.” 
(Hermann Hesse)

6/23/2010

Nadé en mi cajón (de-)sastre.





Somos lo que somos porque podemos elegir.






Nec me pudet, ut istos, fateri nescire quod nesciam.
(Cicerón - Yo no me avergüenzo, como otros, en confesar que ignoro lo que no sé. )

6/21/2010

(V) de Valiente o de Volar


Mónica está desnuda,  tendida sobre su cama mirando a la pared blanca que tiene delante.
Intenta recordar cada uno de los segundos en los que otea el mundo lejos de allí.
El cuarto, iluminado por la luz tenue de una vela, está cubierto por el aroma de una noche que corrompió sus ideales. 
Le gusta acurrucarse en los brazos de Ric y que su mundo se diluya alrededor, que se desordene su pelo a lo largo de toda su espalda mientras que sus sentidos se pierden al compás de sus ronroneos, oír su voz desnuda en su regazo cuando su corazón late a ritmo de tango. 
Mónica ha aprendido a volar. 
Le da miedo, pero vuela. 




Felicidades



Todo el resto era todavía nada. 
Inventarlo - eso habría sido maravilloso.
(La soledad de los números primos)

6/18/2010

Cocodrilos que lamen




-Cuéntame tu secreto.
- El mío no lo sé. Pero no puedo librar batallas que ya han sido vencidas.
-Si te vas, no te olvides de que en las aceras del camino pintarás de rojo mi vida.
-Tengo sueño, corazón y hambre de besos.
-¿Me haces caso?
-¿Sigue sin ser suficiente?





(...)“Voy a despertarme, en el silencio, no dormiré más, seré yo, o seguir soñando, soñar un silencio, un silencio de sueño, lleno de murmullos, no sé, son palabras, no despertarme nunca, son palabras, es lo único que hay, es menester seguir, es cuanto sé, ellos van a detenerse, conozco eso, los noto que me abandonan, será el silencio, un breve instante, un buen momento, o será el mío, el que dura, que no duró, que dura siempre, seré yo, es menester seguir, voy, pues, a seguir, hay que decir palabras, mientras las haya, hay que decirlas, hasta que me encuentren, hasta que me digan, extraño castigo, extraña falta, hay que seguir, acaso esto se haya hecho ya, quizá me dijeron ya, quizá me llevaron hasta el umbral de mi historia, ante la puerta que da a mi historia, esto me sorprendería, si da, seré yo, será el silencio, allí donde estoy, no sé, no lo sabré nunca, en el silencio no se sabe, hay que seguir, voy a seguir”.
Samuel Beckett.

6/14/2010

(M) de Migas o de Madagascar.


Poco a poco se adentra en la oscuridad que invade suavemente los contornos de los edificios que los rodean. Moira puede sentir cómo los últimos susurros de aliento se languidecen a medida que avanza el crepúsculo del día.
Ella está quieta, inmóvil entre los focos de los coches y las farolas que rezuman un perfume embriagador que le lleva a los recuerdos apenas vividos. Siente el suelo bajo sus pies descalzos. Nota el sonido de la lluvia al golpear las hojas.
Comienza su cuenta atrás particular - Mil; Novecientos noventa y nueve; Novecientos noventa y ocho... - recorre cada ápice de los segundos en los que ha sentido su corazón a través de sus gafas de sol.
Le acompaña una presencia constante - Novecientos treinta y cinco; Novecientos veintitrés... - que está lacrada en el tatuaje que se ha hecho en su muñeca izquierda: una V, un número romano.
Gira su cabeza, el chico guapo la mira y sonríe. - Ochocientos ochenta y uno; Ochocientos setenta y cuatro; Ochocientos cincuenta y cinco...
Nota que algo ha cambiado y se funden armoniosamente, ajenos a la distancia.
-Ochocientos treinta y dos; Ochocientos dieciséis, Ochocientos cinco....






"Todo cuanto queráis oír o hablar
por nosotros será hablado y oído
mientras el viento aún quiera callar.

Tiene asiento la tierra en que he nacido
sobre la costa a la que el Po desciende
a buscar paz allí con su partido.

Amor, que en nobles corazones prende,
a éste obligó a que amase a la persona
que perdí de manera que aún me ofende.

Amor, que a nadie amado amar perdona,
por él infundió en mí placer tan fuerte
que, como ves, ya nunca me abandona."

(La Divina Commedia; Inferno- Canto V v.94-105;  Dante Alighieri)

6/11/2010

Monólogo de un elefante de circo.




Conocí una chica, una vez, que se bebía la vida.
La tomaba a sorbos chiquitos o a veces a tragos desde botellas de plástico.
Oí que la miraban con voces de ironía, por excéntrica, por deshojar margaritas.
A ratos, le daba por caminar descalza por el asfalto y simular ser funambulista sobre emociones de alquiler.
Sabía un poco a nube, un poco a verso, un poco a caramelo de limón.
Recuerdo como la vi empaparse de la primera lluvia del verano con los brazos abiertos mientras trazaba lineas naranjas allí por donde pasaba.
Ella no quería una vida polaroid, prefería guardar en un botón de su camisa la ironía que rasgaba sus vísceras cuando el sol ya se había quemado con ella.




"-Acabarás dejando de verlo- dijo.
-¿Cómo? Lo tendré siempre a la vista.
-Justo - dijo Matías - Es justo por eso por lo que no lo verás más. "
(La soledad de los números primos)

6/09/2010

La corbata en la cabeza y el mundo de sombrero.



Moira está sentada en el tercer escalón de la bajada al parque, justo al lado de la estatua del caballo de mármol blanco que se alumbra cada vez que el sol la azota, aún estando corrompida por la más tupida de las enredaderas.
Tiene los ojos hinchados. Se mira al espejo y empieza a reconocerse.
Esa es ella, ella con sus historias pasadas, historias que cuando se recuerdan llegan hasta el esternón y golpean como un huracán.
Ha llorado. Llevaba mucho tiempo sin llorar más de dos días seguidos.
Ric se  quedó escuchándola, como si a cada palabra que dijera sembrase cientos de bailes dentro de su cuerpo, absorbiendo cada pizca de sus ojos casi negros y oliendo cada una de las notas impregnadas de su cabello.
Jadeaba.
Con sus manos trazaba en su cara cada una de las líneas que llevaba impresas a fuego en las muñecas a modo de tatuaje; se había puesto la capa que la hacía invisible y había decidido planear por el mundo, y erizarle el pelo.
Cuando se despidió de  él, en su viejo coche color burdeos, en la radio sonaba la quinta de Beethoven.
-Tú me haces sentir persona.  
Y sonrió. 




"Si ella muere, para mí el mundo es una puesta en escena, pueden levantarlo todo, enrollar el cielo y cargarlo en un camión, apagar ésta luz bellísima del sol que me gusta tanto, ¿y sabes por qué? porque me gusta ella iluminada por el sol. Pueden llevarse todo, éstas alfombras, los edificios, la arena, el viento, las ranas, las sandias maduras, el granizo, las siete de la tarde, mayo, junio, julio, la albahaca, las abejas, el mar, los calabacines, ¡los calabacines!
(El tigre y la nieve)

6/08/2010

A los tuertos, los miro de perfil.




-Hola, chico guapo.
-Tú aquí.
-Es que está lloviendo y no puedo dormir. La última vez que me dormí y llovía tuve pesadillas.
-¿Monstruos?
-No, tortitas.
-Ya, te entiendo. Yo también me sofocaría si soñase con tortitas.
Y se ríen.
-Me sorprende que te plantes aquí a las cuatro de la mañana, Monipenny. No es muy tuyo.
-Me voy, estoy empapada. 
La coge de la mano.
-Gracias. 
-¿Por qué? 
-Por soñarme. 





"Cuando lo cierto es que, más allá de la muerte, no hay nada irremediable, salvo la propia cobardía. Los hombres suelen llamar destino a aquello que les sucede cuando pierden las fuerzas para luchar."
(Historia del Rey Transparente)

6/07/2010

Culpable, por ladrón.



Quizá, un día de tantos, el calendario sea más rápido y nos quedemos sin futuro, creando un nuevo teatro para escondernos. 
Mientras tanto, durante tanto, te seguiré robando besos atrincherados. 
De esos que, por ser completamente culpables, son como fuego en la Antártida. 






Los dos no tuvieron que apartarse ni una vez ante nadie, nadie las empujó, 
ningún coche tuvo que frenar por su causa. 
Era como si la tortuga supiera por adelantado, con toda seguridad, 
dónde y en qué momento no pasaría un coche, no habría un peatón. 
De ahí resulta que nunca tuvieron que correr ni nunca tuvieron que detenerse a esperar. 
Momo comenzó a sorprenderse que se pudiera andar tan lentamente y avanzar tan deprisa. 
(MOMO)

6/06/2010

(N) de Nariz o de Nietzsche


1. Cati.
Cati intentaba descifrar su domingo sin tristezas, con la fiebre de un sábado rojo que la acompañaba entonando una melodía que le recordaba a algo así como la última vez que vio a Ric.
Intentaba acordarse de él entre sus gafas de pasta y su escote estrafalario.
Muda de corazón.
Le recordaba como lo que nunca fueron.
Cruzó la carretera esquivando los autos que la abocinaban mientras ella bailaba con una sonrisa mezquina entre ellos.


2. Ric
En el bar de la esquina, en pleno barrio de Chueca, Ric estaba sentado en la barra con su quinta cerveza en la mano. Eran las dos de la tarde.
-Quita ya esa cara de asco, tío - le dijo Álvaro cuando entró por la puerta. Le dio unas palmas en la espalda y le hizo un gesto al camarero para que le sirviese otra caña.
-Cati ha desaparecido. Así, ¡pum! de repente.
-Ella no estaba aquí para colmar tus expectativas. - tomó un trago de espuma y se giró a pedirle fuego a una rubia que tenía a sus espaldas. - Amigo, Cati es la tía más alucinante que he conocido nunca, es ácida, no tiene corazón y te olvida en cuatro minutos. Te dio su mano y tú, no fuiste lo bastante valiente para cogerla.
Ric se levantó del asiento y pidió la cuenta. La rubia que le daba la espalda se giró para mirarlos y le guiñó el ojo, se parecía muchísimo a Marta, su ex-novia.  Miró a Ál para obtener su gesto de aprobación.
-Tú verás tío, pero luego no me preguntes por qué Cati ha desaparecido; por tener un poco lo pierdes todo. 


3. Cati
-Hola niña, ¿Cómo tú por aquí? Hacía mucho que no parabas por este lugar... - le dijo el viejo canoso que trataba de ordenar la estantería de la izquierda del local, como las que ella había visto en las tiendas de antigüedades de Londres.
-Hola, Max. ¿Sabes qué significa la V?
Él la miró extrañado; había acabado cogiendo cariño a esa muchachita de aires desgarrados que cada vez que entraba a su tienda parecía que levantase todo el polvo que se había ido acumulando con el paso de los días.
-No necesitar creer en una razón para hacer las cosas. 
Ella sonrió, se dio la vuelta y se dirigió a la puerta de cristal por la que había entrado hacía apenas dos minutos.




"...compuse un madrigal al negro humo de sus pestañas, al pálido gris de sus ojos vacíos, a las cinco pecas asimétricas de su nariz respingada, al vello rubio de sus piernas tostadas; pero lo rompí y ahora no puedo recordarlo."
(Lolita, Vladimir Nabokov)

6/05/2010

Te robo una pizca de tu Z.


Jack subía la calle a eso de las cuatro de la madrugada. Iba descalzo, con la camisa desabrochada y con una botella de ginebra en su mano izquierda.
Llegaban fantasmas a destiempo a escupirle recuerdos mientras se sentía observado por un centenar de letreros a colores que sólo iban a recordarle que no había sido feliz.
Esa noche le había intentado explicar a Jen que a veces el espejo escupía toda la verdad, que llevaba más de tres semanas sin necesitar pastillas para dormir, coleccionando promesas por cumplir.
Había cosas que ella era incapaz de entender. Ciertas cicatrices que, aunque ya habían sido lijadas, hacían que él se atemorizase cada vez que la cogiese la mano.
El por qué de lo que fue su vida a medias. Ella no lo entendía; quizá porque, simplemente, no podía verlo, porque desconocía el dolor que condicionaba la otra mitad.
Los árboles del bulevar se enfadaban a su paso marcando una estela sobre el pavimento de piedra que lastraba sus piernas contra las esquinas. Se sentó sobre la última barrera de hierro negro; cayó con todo su peso y encendió un cigarrillo. Hacía calor y su bestia anidaba dentro y se hacía hueco, aún cuando conseguía acallar sus voces.
Y es que ella no había entendido todavía que le había rescatado, que había irrumpido en su vida como un huracán y que cada vez que sonreía, Jack era capaz de volver a creer. 



All my life I always wanted to fly. 
I always wanted to live like a hawk.
 I hnow you are supposed to be jelous of anything, 
but to take a flight...to soar above everything and everyone...now that's living.

But a hawk is no good around normal birds.
 It can't fit in even though all the other birds probably want to be hawks, 
they hate them for what they can't be: Proud. Powerful. Determined. Dark.
(2001) 

6/03/2010

(y=1000-t ; x=100-t)




Hace mucho que no hablo de la Chica del Corazón Grande. Debe ser que últimamente puede dormir tranquila por las noches sin tener que acudir a narcóticos, whisky y marihuana. 
Lo último que supe de ella fue que aceptó un puesto en un estudio de fotografía.
Cuando llegó padre a casa la noche que me llamó por teléfono le dijo:
-Es un momento perfecto para que sonrías, Chica del Corazón Grande. - y la dio un beso en la frente, como si la coronara con un óleo a colores.
-Me dedico a sonreír, papá. - le contestó ella organizándose los pantalones bombachos de color rosa que llevaba puestos; creo que no llevaba ropa interior. 
-Me gusta cuando lo haces de verdad. 
En ese momento, ella se empezó a dar cuenta que es una mujer de corazón tierno, una simplona, llevada a crisis absurdas, tan inadaptada al nuevo contexto que no sabe ni cómo encender la televisión. 
Se quedó apoyada sobre el sofá, en la misma posición, observando cada uno de los movimientos que hacía papá, como si estuviera registrando en una película todos los detalles que no quería que nunca se perdieran.
Ella tiende a extrapolar, a decir lo que piensa sin reflexionar, a no adaptarse mucho, a probar amores desesperados sin que la desesperación sea necesaria. 
-Pretty-woman, te ves como una mujer que avanza medio paso cada vez y, en cambio, cada vez que hablas haces por lo menos un paso y medio. - papá seguía organizando sus cosas, poniendo los papeles en sus respectivas carpetas, diseñando un plan para mañana.
-Papá, ¿consigues catalogarme?
-Creo que incumples todos mis esquemas, linda. - susurró y paró de hacer todo lo que tenía entre manos para ir a abrazarla.
-¿Sabes? Creo que.... hay personas de puntos interrogativos y otras de puntos exclamativos. Otras que organizan todo porque aman pre-gustar las cosas, personas que no saben decir nunca basta porque saben que luego se aburrirán y que ese "basta" será como un lastre que merme su vida y personas que están a la vista de todos y que tienen el olor sensual de la primera noche. También hay otras personas extrañas y otras extrañas que no quieren que les digan que lo son. Personas que se quejan, y algunas que al final siempre dicen que si. 
Miró a su padre, era la primera vez desde hacía más de diez meses que la Chica del Corazón Grande ligaba más de tres frases seguidas. 
-Tú eres una de esas que pasa sin preaviso al argumento sucesivo, una a la que la noche se le pega a las piernas justo cuando se rasca. Una que le gusta cerrar los ojos y perderse. A veces eres una habitación cerrada, con sólo un filo de adoquines sobre los que caminar. Tú eres, un corazón. 
Ella se levantó, corrió por el descansillo hasta el balcón y abrió los brazos cuando se topó con la barandilla. Nunca nadie le haría creer que no podría llegar a volar.
-¿Sabes qué, hija?
-¿Qué, papá?
-Eres una imagen western. 




" Esta eres tú. Con los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca pensaste que estarías así, 
nunca te viste, como lo dirías... como...., como esas personas que disfrutan mirando la luna, 
que se pasan horas mirando las olas o los atardeceres o, o el viento en los sauces, 
supongo que sabes de que clase de personas hablo, a lo mejor no. Pero resulta que te gusta estar así, 
pelándote de frío, notando como el agua traspasa tu chaqueta, te llega a la piel. Y el olor. 
Y el tacto de la tierra que se ablanda. Y el sonido del agua chocando contra las hojas. 
Todas las cosas de las que hablan los libros que no has leído. Esta eres tu, quien iba a pensarlo. "  
(Mi vida sin mi)

6/02/2010

Ley de Proust: cuando dos sustancias se combinan lo hacen siempre manteniendo la misma proporción entre las masas.



Por la rebeldía de esta noche sacrificarás la luz de esa mañana.







"¿La muchacha? Es una bomba de relojería (…).
 Ella no quería saber cómo se hacía algo, sino por qué. 
Esto puede resultar embarazoso. 
Se pregunta el porqué de una serie de cosas y se termina sintiéndose muy desdichado."
(FAHRENHEIT 451)

6/01/2010

(I) de Idiota o de Ibsen




-¿Cuál era la respuesta? - le preguntó Mónica cuando salió de detrás de la máquina de las bebidas.
Ál llevaba puestas las botas de fútbol todavía, estaba sentado en el suelo intentando desabrocharse los cordones mientras caían veinticuatro gotas de sudor por su frente y las heridas de guerra  aún escocían.
-¿La respuesta a qué? - le contestó girándose para mirarla. 
Ella se apoyó contra la reja de hierro oxidado que había a sus espaldas. Llevaba una trenza al lado derecho de su cara y sus pecas podían relucir gracias al sol sofocante de las ocho de la tarde. 
-Me he olvidado de contar hacia delante, Ál. - le dijo cuando le pasó el botellín de agua.
-¿Qué dices Monipenny?
Cogió un trozo de papel higiénico e hizo una bolita entre sus manos. 
-Que no lo dejes escapar.
-¿Qué dices? No entiendo nada...
-¿Si encesto vas a escuchar lo que te he dicho?
-Eres malísima al basket... se te da igual de mal que la química orgánica... - y consiguió librarse de sus zapatillas, se quitó los calcetines e hizo un amago de levantarse.
Ella se giró, le plantó un beso y cuadró la pelota blanca dentro de la papelera.
Touché.




Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto.
Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como un trapo mojado.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma.
Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola.
Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos.
Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro para mí.
Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido.
Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos.
Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor.
Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepentirás.
¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos.
Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel.
Hasta que no dejen de ser miel.
Sal, niega todo y después vuelve.
Te invito a un café.
Caliente claro.
Y sin azucar. Sin aliento. 

(Báilame el agua)