7/28/2010

(H) de Helar o de Hendrix







Fuera estaba diluviando. Era una tarde de tormenta, el mar estaba grisáceo y agitado. 
En casa las paredes empezaban a sudar y el calor húmedo chorreaba por la moqueta. 
Lía estaba enrollada en la manta y encogida en una esquina del sofá verde. Teo, a sus pies, había hecho del canibalismo su filosofía de vida: le arrancaba a bocados sus pies, sus manos, sus lunares, su cuello. 
Ella le regalaba su sonrisa de bicarbonato mientras la luz de la lámpara de mesa la besaba en su tez clara. 
-Teo, mírame. - él se asustó. Le asustó ver ese trozo de niña vestida de mujer, escondida detrás de una camiseta tamaño XL, con el pelo recogido en un moño que se descolgaba por su oreja derecha. La miró con una de esas miradas que, si te descuidas un segundo, te roban hasta el alma. Sonrió. Sabía que Lía hacía siempre cosas como esas, viajaba a su Universo paralelo y rescataba estrellas que luego ponía en fila para hacer collares. 
Previsiblemente imprevisible. 
Creo que por eso fue por lo que se enamoró de ella.






La felicidad real siempre aparece escuálida por comparación con las compensaciones que ofrece la desdicha. Y. naturalmente, la estabilidad no es, ni con mucho, tan espectacular como la inestabilidad. Estar satisfecho de todo no posee el encanto que supone mantener una lucha justa contra la infelicidad, ni el pintorequismo del combate contra la tentación o contra una pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza.
(Aldous Huxley)

7/26/2010

Todo es del color del cristal con el que se mira.







-Os presento a Cati, es su primer día en Londres así que, por favor, sed amables chicos. - Mr. Compton le hizo un gesto a la muchacha larguirucha que estaba delante de la pizarra para que se sentara. Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo y su melena pelirroja destintaba los rayos de sol que la atacaban desde la ventana. 
La clase era como todas las de los demás sitios por los que ya había pasado. Sentía cómo llegaban recuerdos a destiempo, los fantasmas que le habían acompañado mientras desayunaba lóbulos de una oreja que ya no podía ni escuchar. Le gustaba la manera en la que el amor se apoyaba en sus clavículas. 
Intentó tomar algunos apuntes sobre lo que hablaba su nuevo profesor mientras probaba a sentir de nuevo sus latidos. 
Al sonar el timbre, dos chicos se acercaron hacia su pupitre. 
-Vamos a ir al parque después de clase, ¿te apuntas? - le dijo el de la izquierda. Era un chico alto, de ojos castaños, con una camiseta blanca que llevaba algunas letras, parecía el típico guapo de la clase. Ella levantó la cara hacia él y entonces pudo ver cómo se anclaban los hoyuelos en su cara cuando su sonrisa pícara removía su estómago.
-¿Sabías que la nicotina sólo tarda siete segundos en llegar al cerebro y provocar sus efectos? - cogió su carpeta y su agenda, se levantó de la mesa y salió de la clase. El peso de ser una delincuente de sentimientos lacraba cada palabra que decía. Estuviese donde estuviese. 







Esta mañana no tendrá tarde,
ni nubes, ni noche, ni horas,
ni otra que se le parezca.
Esta mañana será siempre.
(Ayer- Jaume D'Urgell)

7/22/2010

(P) de Palabras o de Pavarotti





9 a.m. Torre delle Stelle. Cerdeña. 

Las piedras sobre las que Moira pasaba suavemente las puntas de sus pies eran como un algoritmo sin resolver, una sucesión de ecuaciones caóticas que intentaban marcar el perímetro de una sensación que no podía controlar.
Que no quería controlar.


11 a.m. Lavandería. Villasimius. Cerdeña

Saluda a la mujer que está tras las máquinas y hace ruido cuando la puerta choca contra las cañas de bambú colgadas sobre el techo. El aire es cálido y húmedo y el sol aprieta dejando las calles del pueblo desiertas.
Las paredes blancas de las casas brillan con el contraste de las piedras del suelo.
Lleva unas sandalias marrones y un vestido marfil, el pelo con un pañuelo a modo de diadema.
Saca la ropa del saco y la coloca, prenda por prenda, dentro de una máquina.
Se mira. Se pregunta dónde estará su sombra. Se responde. Se habrá descosido ella sola, cansada de arrastrar cosas.


13 p.m. Faro. Capo Carbonara. Cerdeña

Apoya la bicicleta sobre la valla que rodea el faro. Hay piedras al borde del acantilado y el farero baja a recibir los melocotones que lleva en la cesta de mimbre.
Sube hasta el último escalón, incluso la escalera de caracol que lleva a la luz, la escalera prohibida desde que era niña, y se sienta con los pies colgando, sujetándose en la barandilla de hierro.
Tiene los ojos vendados. A veces no sabe ni si quiera de dónde viene.
¿Lo que quiere ser?
Eso ya lo pensará mañana.





El pasado es lo que recuerdas, lo que imaginas recordar, lo que te convences en recordar, o lo que pretendes recordar."
(Harold Pinter)

7/17/2010

He conducido una Vespa 1985



Esa fue la última noche en la que Carlos habló con Alicia. Luego la vió sentada en la primera fila de la platea del teatro e intercambió con ella un saludo de cinco segundos antes de que se escapara en su moto; le escribió un mensaje diciéndole que le debía una cena.

“Te he comprado una cosa, para cuando vuelvas. Es una sorpresa; quiero que introduzca una nueva dinámica en nosotros.
¿Tan ridículo de pareció?”

Eso le escribió Carlos.  Y ella, entonces, pudo entender que ése era su vínculo. Que esa era su dinámica, sólo la de ellos dos. 





El amarillo intenso y el rojo ardiente: eso es lo que mi gusto quiere, - él mezcla sangre con todos los colores. Mas quien blanquea su casa me delata un alma blanqueada.
De momias se enamoran unos, otros, de fantasmas; y ambos son igualmente enemigos de toda carne y de toda sangre - ¡oh, cómo repugnan ambos a mi gusto! Pues yo amo la sangre.
Y no quiero habitar ni residir allí donde todo el mundo esputa y escupe: éste es mi gusto, - preferiría vivir entre ladrones y perjuros. Nadie lleva oro en la boca.
Pero aún más repugnantes me resultan todos los que lamen servilmente los salivazos; y el más repugnante bicho humano que he encontrado lo bauticé con el nombre de parásito: éste no ha querido amar, pero sí vivir del amor.
Desventurados llamo yo a todos los que sólo tienen una elección: la de convertirse en animales malvados o en malvados domadores de animales: junto a ellos no levantaría yo mis tiendas.
Desventurados llamo yo a todos aquellos que siempre tienen que aguardar, - repugnan a
mi gusto: todos los aduaneros y tenderos y reyes y otros guardianes de países y de comercios.
En verdad, también yo aprendí a aguardar, y a fondo, - pero sólo a aguardarme a mí. Y
aprendí a tenerme en pie y a caminar y a correr y a saltar y a trepar y a bailar por encima de todas las cosas.
Y ésta es mi doctrina: quien quiera aprender alguna vez a volar tiene que aprender primero a tenerse en pie y a caminar y a correr y a trepar y a bailar: - ¡el volar no se coge al vuelo!
Con escalas de cuerda he aprendido yo a escalar más de una ventana, con ágiles piernas he trepado a elevados mástiles: estar sentado sobre elevados mástiles del conocimiento no me parecía bienaventuranza pequeña, -
- flamear como llamas pequeñas sobre elevados mástiles: siendo, ciertamente, una luz pequeña, ¡pero un gran consuelo, sin embargo, para navegantes y náufragos extraviados! -
Por muchos caminos diferentes y de múltiples modos llegué yo a mi verdad; no por una única escala ascendí hasta la altura desde donde mis ojos recorren el mundo.
Y nunca me ha gustado preguntar por caminos, - ¡esto repugna siempre a mi gusto! Prefería preguntar y someter a prueba a los caminos mismos.
Un ensayar y un preguntar fue todo mi caminar: - ¡y en verdad, también hay que aprender a responder a tal preguntar! Éste - es mi gusto:
- no un buen gusto, no un mal gusto, pero sí mi gusto, del cual ya no me avergüenzo ni lo oculto.
«Éste - es mi camino, - ¿dónde está el vuestro?», así respondía yo a quienes me preguntaban «por el camino». ¡El camino, en efecto, - no existe!

(Asi habló Zaratustra - Nietzsche)









7/08/2010

Eppur si muove



-¿Qué quieres apostar?
-¿Tenemos que apostar?
-Anoche te sentí lejos de mi, como si te escaparas y no pudiese pararte, ponerte un freno, anclarte a la tierra. Así que sí, tenemos que apostar.




"Todo el mundo es especial. Todo el mundo. Todo el mundo es un héroe, un amante, un loco, un villano. Todo el mundo. Todo el mundo tiene su historia."
(V de Vendetta)

7/07/2010

7/06/2010

(F) de Funambulista o de Friedman



Supo que era Lía nada más verla aparecer con su pelo recogido en un moño por el ascensor. Llevaba entre sus brazos una carpeta y en sus labios la historia de unos días que había decidido usar para soñar.
-¿Todo en orden? -  Teo rozaba un pensamiento que sabía que no podía ser. Ella había estado ausente los últimos dos meses, de vez en cuando aparecía por la universidad, tomaba algunas notas, les impregnaba con su sonrisa y volvía a desaparecer.
-Es cuestión de establecer prioridades. - subió con él las escaleras mientras que sentía que a cada paso que daban la miraba de forma cada vez más distinta - No me preocupa. Es época de cosecha. 
Lía cargaba con un bolso camel y un vestido blanco que dejaba entrever la forma redonda de sus pechos. Los últimos días los había pasado entre las alboradas de Madrid, frenética, impúdica, capaz de matar y comerse corazones para desayunar.
Loca. Es una loca. Una loca que siente que necesita romper cadenas y visitar fantasmas una vez al año con un pestañeo.
-¿Qué vas a hacer con los exámenes Lía? - Teo. Teodoro. To. T. Sí, él está ahí, enfrente suyo, intentado averiguar un acertijo que se le escapa entre los dedos como si de agua se tratara. Se frota las manos contra sus pantalones, como si no supiera qué hacer con ellas, y se acuerda de los momentos pasados entre bambalinas cuando aún la podía abrazar sin miedo.
-Suspenderlos. - y se rió, la contradicción sin piernas se rió como jamás antes lo había hecho. -Voy a escribir un cuento, Teo. ¿Quieres ser mi protagonista?
-Me vas a arrancar las sombras. 
En ese instante ella se giró y con su mano derecha recorrió su rostro en un intento de dibujarlo.






"Todavía ahora me pregunto cómo, en lugar de dar salida a mis pasiones con alaridos, no acometí contra el mundo humano para morir en mi tentativa de destruirlo."
(Frankenstein)

7/02/2010

Los pájaros de la cabeza se matan a tiros con sangre fría.


Alicia vestía una falda a cuadros azules y blancos y una trenza al lado derecho de su rostro. Sus orejas estaban adornadas por dos preciosas perlas que cubrían sus lóbulos y su cuello por una cruz que marcaba su guía.
-¿Y el músico? - le preguntó a Art sentada en la cuneta mirando el mar que tanto había echado de menos - Compone, escribe, canta... ¿Lo que él vive o es todo fruto de su mundo paralelo imaginario?
Él sigue apoyado en el capó del viejo descapotable verde botella, con los brazos cruzados, su camisa a cuadros y sus vaqueros raídos a la altura de la rodilla.
-Supongo que todo sale de verte ahí de pie, con los brazos cruzados, gritándole al sol. 











" Sé que te sientes tan solo que te duele, sé que no te gusta la gente, sé que tomas demasiados cafés, sé que piensas que la vida está pasando a tu lado y no sabes exactamente cómo y sé que te has obligado a no pensar en mí, porque es rídiculo fantasear sobre alguien que has visto apenas dos veces. "
 (Mi vida sin mi)