Por saber, sabía que si se rompiese una costilla tendría el ángulo adecuado para atravesar perfectamente su pulmón y dejarla sin respirar durante al menos una eternidad.
Por saber, sabía que esa mañana no había sido demasiado fría y que la tarde había dejado de existir a eso de las siete.
Pero Clara, sin saber ni siquiera cómo guardar la ropa, tenía unas piernas fuertes y preparadas para marcarse un sprint por toda la Castellana; al Chico Guapo siempre le habían gustado, por sus gemelos curvilíneos y sus abductores marcados.
-¿Duele?
-Revienta. – y le coge de la mano mientras se retuerce.
Él la mira desde su silla, las sábanas blancas de la cama se tintan de rojo en un giro desprevenido. Su pelo lacio cae junto a la vía de su brazo derecho. Se ríe de ella, la roba una sonrisa en su aliento y le dice que piensa devolvérsela.
Se vuelve a retorcer. Le aprieta más fuerte.
-¿Estás bien?
- Nodejesdeescribirmenunca.
"El odio es una sombra negra y alargada. En muchos casos, ni siquiera quien lo siente sabe de dónde le viene. Es un arma de doble filo. Al mismo tiempo que herimos al contrincante nos herimos a nosotros mismos. Cuanto mas grave es la herida que le infligimos, mas grave es la nuestra. El odio es muy peligroso. Y, una vez que ha arraigado en nuestro corazón, extirparlo es una tarea titánica."
(Hakuri Murakami)