5/06/2014

Te he echado de menos. Día 1.


-Ahora sí que entiendo lo que significa. -espetó Moira al aire, saliendo de su fantasía. -Es todo igual que la sonrisa que intento esbozar, esa que significa que todo va bien; o que hace que lo parezca. 
El rosa de su camiseta era la única luz de ese parque lleno de cemento y, mientras estaba sentada delante de mí, tenía la cara desencajada, más pálida que nunca, y el pelo recogido en un nudo incapaz de deshelarse por mucho que se quejase del calor. 
-Hay dolores que no superan ni siquiera nuestro vals, mi amor. - le dije mientras intentaba controlar el temblor de mis manos. 
-Aquí el problema es que siempre te amaré, incluso en el momento que ya no te quiera. - me contestó.
Entonces, se levantó y la perdí de vista. Pero, muy en el fondo, siempre supe que en cuanto dobló la esquina se derrumbó tanto que hirió el hormigón tatuando en la acera que sólo hay un Vuelo en la vida. 



-Pero si no he muerto, si he podido seguir viviendo, ha sido porque pensaba que si algún día volvías a mi lado, yo, con todo, sería capaz de aceptarte de nuevo. Por eso no he muerto. Y eso no tiene nada que ver con tener o no tener derecho, nada que ver con lo correcto o lo incorrecto. Quizá seas un estúpido. Quizás no valga la pena. Quizás vuelvas a herirme. Pero ésa no es la cuestión. Tú no entiendes nada de nada.
-Tal vez no.
-Y no me preguntas nada.
Abrí la boca dispuesto a decir algo, pero no me salieron las palabras. Era cierto que no le había hecho ninguna pregunta. "¿Por qué?", pensé. "¿Por qué no le he preguntado nada?"
-Los derechos son los que tú vayas construyendo a partir de ahora -dijo Yukiko-. O los que nosotros construyamos. Quizá no bastaba. Quizá parecía que habíamos construido juntos muchas cosas cuando, en realidad, no habíamos hecho nada. Posiblemente, todo nos haya ido demasiado bien. Tal vez hayamos sido demasiado felices. ¿No crees?
(...)
-¿Entiendes lo que quiero decir?
-Creo que sí.
-Quizá vuelvas a herime. Y lo que será de mí entonces, no lo sé. O quizá sea yo la que te hiera a ti. No puedo prometerte nada. Eso es seguro. Ni yo puedo prometerte nada a ti, ni tú puedes prometerme nada a mí. Pero te amo. Simplemente eso.
La abracé y le acaricié el pelo.

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