11/04/2017

Quiero recordar (te)



El filamento incandescente de su cigarrillo brillaba casi todos los minutos en los que estaba despierta. Una detrás de otra con firmeza y determinación, igual que su carácter, las caladas de nicotina acompañaban a ese perfume dulzón y empalagoso al que le gustaba oler mientras que su sonido era el de agitar ese reloj de cuerda plateado que se empeñaba en vestir en la mano opuesta.
Quiero recordar cómo rascaba sus tostadas quemadas cada mañana antes de untarlas de mantequilla, los aperitivos a base de Martini - del que yo robaba su guinda después de comerme la que venía en mi mosto - o la forma que dejaba en el lado derecho del sofá cuando se levantaba, pues desde que se jubiló era complicado no encontrarla allí.
Aunque la llamásemos tía, ella siempre fue nuestra abuela, por lo menos la mía y muy en mayúsculas.
Quiero recordar todas esas tardes sobre la moqueta del cuarto de estar y cómo trepaba yo por la estantería hasta conseguir esos tesoros en forma de pastas, bombones u otras dulcerías que ella siempre solía tener allí a buen recaudo. También su generosidad, los fastuosos días de Reyes o las celebraciones de Nochebuena donde todos nos reuníamos alrededor de ella, la matriarca, aunque le llegase casi por obligación.
Quiero recordar eso porque ella ya llevaba muchos años sin poder hacerlo.
Quiero recordar cuánto le gustaban las vieras gratinadas, cómo me cuidaba como si fuera su pequeño tesorito y cuánto disfrutaba de todos los sitios a los que tuve la suerte que me llevara con ella.
No fue perfecta, como ninguno lo somos, pero puedo asegurar que conmigo sí.




Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que esta loca, la gente que esta loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un “¡Ahhh!”.
(On the Road - Jack Kerouac)

8/27/2017

Nunca un agosto fue tan octubre


Le gustaba oler la ciudad en esos días especiales en los que, de pronto y sin previo aviso, la lluvia calaba todos sus poros después de muchos días de soledad total.
Recorría entonces el asfalto con su vestido de verano y unas chancletas color azul cian, el pelo demasiado rebelde como para intentar controlarlo y el corazón demasiado cansado como para tan siquiera preguntar cual de las dos Mónicas había salido hoy a pasear.
Le quedaba de ella sólo el saber llamar a las cosas de otra forma, por su nombre invisible, por los recuerdos que no dejan, y mientras tanto seguir intentando entonar ese mea culpa por el que ya era incapaz hasta de hablar.




"La probidad, la sinceridad, el candor, la convicción, la idea del deber son cosas que en caso de error pueden ser repugnantes; pero, aún repugnantes, son grandes; su majestad, propia de la conciencia humana, subsiste en el horror; son virtudes que tienen un vicio, el error. La despiadada y honrada dicha de un fanático en medio de la atrocidad conserva algún resplandor lúgubre, pero respetable. Es indudable que Javert, en su felicidad, era digno de lástima, como todo ignorante que triunfa."
(Los miserables)

3/18/2017

Supergirls just fly


- Yo no quiero necesitarte, ¿sabes?
Casilda hablaba en voz baja mientras su abrigo de pelo le daba el calor que la ciudad le quitaba; y es que Madrid de noche y con el corazón al descubierto puede constiparte hasta la primavera siguiente.
- Y no, no es como en los Puentes de Madison. Yo no quiero necesitarte porque desde el momento en el que empecé a hacerlo todo es de un color especial, y no soportaría que dejase de serlo.
Le besó y oliéndole supo que, de repente, todo había cambiado.


“Has visto muchas cosas y no temes la muerte, pero algunas veces la deseas, ¿no es cierto? Eso le pasa a los hombres que han visto lo que hemos visto. Como las flores, vamos muriendo, reconocer la vida de cada sorbo de aire, de cada taza de té, de cada muerte. Ese es el camino del guerrero.”
(El último samurai) 

2/17/2017

99 días



-Ya te dije que era una radical. No sé por qué te extraña. 
Cati, con su pañuelo de colores anudado al cuello y su flequillo recién cortado terminaba de pedir su café americano con doble carga de sarcasmo simplemente para que pudiese caminar por la calle con el alma caliente, abrazándolo.
Había sudado las noches y enfriado las mañanas con cubitos de realidad que caían gota a gota desde el tejado de la indecisión. La de Álvaro, no la suya.
Sus pasos seguían siendo tan livianos que podían contrarrestar la solidez de las rajas de sus pantalones.
- Va, Ál. ¿Cuántos días pensabas que iba a esperarte? 
Arrugó la servilleta en la que había apuntado cuántas cosas más tenía que decirle y, como si hubiese sido capaz alguna vez de marcarle un triple a sus sentimientos, encestó en la papelera todo lo que ya no iba a suceder.
Mientras tanto él seguía mudo observándola, consciente de que cada vez su piel se volvía más de hierro y que todo lo que le había regalado hasta entonces se transformaba en su habitual acidez.
- 99 días ya eran suficientes, ahora déjame marchar. 
Sorbió un litro de cafeína mezclada con tres gotas de valor y se quedó ahí sentada porque ya ni siquiera necesitaba marcharse para saber que había vuelto a fabricar esas despedidas que siempre evitaba encarar.



“En cierto modo todo requiere su tiempo. A veces hay que decidirse en un segundo. Y hay que saber actuar en el momento adecuado. Hay que tenerlo presente. Porque decidirse tarde puede pagarse caro.” 
(Scrubs)

2/13/2017

Inventa un cielo para mí



He vuelto a dejar que los ojalás se anuden en mis dedos mientras encuentro un sitio donde el tequila no borre los recuerdos.





¿Por qué no tuvo un buen comienzo?

Porque conmigo siempre es así, empieza mal y termina peor. Nunca acierto cuando elijo un número. ¿Ha visto esos papeles pegajosos para atraer moscas en espiral? Pues yo soy igual, atraigo las historias cutres que pasan a mi lado. Creo que hay gente así, que son como un imán para aliviar a los demás. Nunca acierto cuando elijo un número. Todo lo que intento, todo lo que toco se convierte en una putada.
(La chica del Puente)

2/12/2017

Perfect Strangers



Se marchó de la misma manera en la que había llegado, casi sin quererlo, oliendo las esquinas y esquivando los recovecos. Errático. Frenético.

Resulta que a veces la gente te marca momentos que sabes que nunca te abandonarán por muy lejos que te encuentres. No habrá vals suficientes, ni playas vacías, ni copas de balón, porque la tinta te habrá calado hasta el hígado hasta congelar ese trozo de corazón.
Le habrás regalado la parte superior derecha de un ventrículo que ya nunca más volverá a pertenecerte aún siendo tuyo y puede incluso que en alguna ocasión volváis a compartir un café como lo harías con cualquier extraño. Pero todo habrá cambiado.
No seréis vosotros si ya no existe vuestro momento. 
Porque en esencia no somos más que ese cúmulo de ocasiones destinadas a vivirse que esperan ser elegidas para quedarse, aunque la mayoría de ellas las dejemos marchar como ese tren en el que decidimos no subirnos.
Y de esa manera llegará la próxima primavera y el invierno habrá muerto junto con todos esos recuerdos que ya no tienen valor y vosotros volveréis a ser simplemente eso, unos perfectos extraños sin tema de conversación. 




"Puede pasar de todo, ¿verdad? Cualquier cosa. Puedes amar tanto a una persona que tan solo el miedo a perderla haga que lo jodas todo y acabes perdiéndola. Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace unas horas ni siquiera habías imaginado conocer y mírate ahora. Es como si alguien te regalara uno de esos puzzles con piezas de un cuadro de Magritte, de la foto de unos ponys o de las cataratas del Niágara; y se supone que ha de encajar, pero no."
(Cosas que nunca te dije. Isabel Coixet)

1/09/2017

Pánico Práctico



-El mundo está dulcísimo a estas horas, ¿sabes? - 
Moira estaba sentada con las piernas cruzadas, abrazándolas para que no se le escaparan y echase a correr. Y la gente pasaba delante de ellos en manada y el ruido de la carretera de fondo marcaba unos latidos cronometrados en su justa medida para que ni un solo borbotón de corazón pudiese perder el compás y lanzarse a la locura en ningún momento.
Ella miraba el horizonte, la línea naranja que separaba las ganas de la necesidad cada vez ardía más y en ese momento sólo quería dejar su sombra en el quicio de la puerta para que la nostalgia se quedara en los zapatos que ya no usaba y tenía abandonados en el fondo del armario del cuarto de los miedos. Ric seguía sin hablar, tenía las manos en los bolsillos y mientras que su alta complexión de chico con las ideas claras hacia aguas por todas partes,  por la comisura de la boca se escapaban todos los números premiados de la lotería que le podría haber tocado de no haber tirado el décimo a la papelera.
-Recuerdo una ciudad y esas ganas locas de cogerte de la mano y que me abrazases sin pensar. - continuó ella. Moira se había quedado atascada en el recuerdo que le hubiese gustado conservar, sin saber ni querer imaginarse ni un ápice de todo lo que había detrás. Porque a ella le habían contado un cuento de princesas y valores y toda esa armadura que sorprendentemente había olvidado en su última fortaleza ahora le gritaba que con él nunca más se volvería a levantar.
-Me cuesta hablar de estas cosas Moi, ya lo sabes.
Entonces ella soltó las piernas, pisó fuerte en el suelo, como necesitando sentirlo debajo, y le devolvió todas sus conversaciones hasta las tantas de la madrugada y sus ganas de sonreirle y enseñarle a bailar.
-Cuando atardece y todo se acaba el cielo es más naranja que nunca, y todo es por eso más dulce. Por eso he querido verte a esa hora, porque yo contigo no lo seré más. 




Quizá Romeo y Julieta estuvieron destinados a unirse, aunque solo durante un tiempo, luego pasó su momento, si lo hubieran sabido tal vez todo hubiera ido bien, le dije a la Señorita Snaider que cuando fuera mayor tomaría las riendas de mi destino que no dejaría a ningún hombre arrastrarme al abismo, me respondió que si alguna vez sentía la pasión podía considerarme afortunada y que si él sentía de la misma manera por mí, no nos separaríamos nunca. Yo sigo creyendo que el amor es una cuestión de decisiones. Hay que dejar a un lado el veneno y la daga y buscar tu propio final feliz, casi siempre. Pero a veces a pesar de decidir lo mejor que puedes y de tus buenas intenciones, el destino termina por ganar.
(Anatomía de Grey)